En este pequeño sendero circular de 7,5 km de longitud disfrutaremos de unos increíbles paisajes y bonitas dehesas.
El recorrido comenzará junto a la carretera de Campillo, al inicio de la calle Perala. En dirección Campillo de la Jara, justo a la salida del pueblo, tomaremos un camino a la izquierda, el camino de la Nava, que hacia el este nos llevará hasta Las Puentes Viejas, sobre el arroyo de la Anguilucha, por donde cruzaremos en caso de crecida del arroyo. Continuaremos 2 km al este hasta llegar al Cordel de Talavera, que tomaremos a la izquierda, hacia el norte. Tras 1,5 km, abandonaremos la Vía Pecuaria para volver a un camino a la izquierda nuevamente, el camino de la Calera, que ahora hacia el oeste, nos devolverá al punto de inicio, no sin antes dejarnos unas bellas vistas de Aldeanueva de San Bartolomé, con la sierra de Altamira de fondo.
También en Aldeanueva de San Bartolomé podemos recorrer otro sendero homologado, el SL-TO 02 “Sendero del Cerro Castrejón”. Este sendero estará marcado por el cerro, ya que lo rodearemos.
Al terminar la ruta podemos darnos un tiempo para visitar el museo, pasear por las calles y pararse frente a la iglesia de Aldeanueva de San Bartolomé del siglo XVI de estilo gótico tardío.
Puntos de interés
Las Puentes Viejas
En el entorno de Aldeanueva de San Bartolomé, emerge un legado de piedra que trasciende en el tiempo: un puente ancestral que se alza sobre las aguas del arroyo de La Anguilucha. Se estima su construcción a fines del siglo XVIII o inicios del XIX, con dos arcos de sillería que revelan los meticulosos encajes utilizados durante su edificación. Este monumento guarda íntima relación con otros puentes de la región, como los de El Campillo de la Jara sobre el arroyo Cubilar y “La
Puente” en La Estrella, compartiendo no solo la estructura sino también los materiales empleados. Su imponente diseño refleja la maestría ingenieril de la época y su invaluable papel en la conectividad local, siendo un patrimonio arquitectónico que une el pasado con la identidad arraigada en la comarca.
Dehesas
El paisaje adehesado forma parte de la fisionomía característica de la Jara. Buena parte de su territorio ha sido transformado en dehesa, ligada a los usos ganaderos del terreno. Es el resultado del ahuecado o aclarado del encinar (Quercus ilex subsp. ballota), con la eliminación de un buen número de sus árboles y la destrucción del sotobosque. El suelo, dedicado al pasto, sirve de alimento al ganado. La dehesa, resultado de esta adaptación del territorio a los usos económicos, da lugar a un bello paisaje.